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Oñati monumental

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Durante siglos Oñati fue villa de Señorío y posteriormente Condado. Desde la torre de Zumeltzegi, situada en el cerro que domina el casco urbano, la Casa de Guevara ejercía su poder. Esta responde a la tipología de la torre salón, sigue manteniendo un marcado carácter militar-defensivo debido a sus numerosas saeteras o gracias a que se libró del desmoche. Para percatarnos de la autoridad de los Guevara no tenemos más que acercarnos a la cripta bajo el altar mayor de la Parroquia de San Miguel y contemplar la grandeza del sepulcro de D. Pedro Vélez de Guevara. La tumba gótica, de influjo borgoñón, se encuentra exquisitamente labrada en alabastro y de entre su rico programa iconográfico destaca el inusual tema del Encuentro de los tres vivos y los tres muertos.

Los Condes de Oñate imponían el vasallaje a su vez a través de los derechos de diezmo. En este sentido, todos los labradores del señor tenían la obligación de acudir a moler el grano a los molinos de su propiedad. En la actual oficina de turismo se pueden visitar los restos arqueológicos y el centro de interpretación del antiguo molino medieval de San Miguel.

Otra de las familias ilustres de la villa fue, sin duda, la de los Lazarraga, quienes a comienzos del siglo XV adquirieron y establecieron su residencia en la torre-palacio que lleva su apellido. En ella destacan los largos garitones rematados por pináculos, la puerta de hierro claveteado con argollas que constituye el estrecho acceso en arco apuntado o el esquemático esgrafiado que recubre la fachada. Al nacido en el seno del mismo linaje y contador real Juan López de Lazarraga y su esposa Juana de Gamboa les debemos la fundación del Monasterio de Bideurreta en 1510, auspiciado para servirles de sepultura. Se trata del primer convento de monjas de Gipuzkoa, habitado por religiosas de clausura pertenecientes a la orden de las Clarisas Franciscanas, algo que en cierta manera se refleja en la sobriedad formal de su arquitectura. El edificio, mezcla de elementos gótico-renacentistas y construido en aparejo de mampostería, reserva prácticamente toda su decoración —escudos de armas, figuras de santos e hileras de bolas de estilo Reyes Católicos— a la portada mayor orientada al norte, la cornisa y los pies del templo. En su interior se conserva el primer retablo que sigue propiamente el estilo renacentista de Gipuzkoa, donado por el mismo fundador del monasterio y realizado por el vecino de la villa Juan de Olazarán en 1533.

Pero es, sin duda, la Universidad Sancti Spiritu de Oñati la arquitectura renacentista civil más destacada de nuestro entorno. Fue fundada en 1542 bajo el mecenazgo humanista del obispo Rodrigo Mercado de Zuazola en su pueblo natal, siendo la primera (y única durante tres siglos) institución universitaria vasca. Tras encontrarnos frente a frente con la magnífica fachada plateresca tallada por Piarres Picart, los 32 medallones que decoran el claustro nos muestran una vida virtuosa a través de figuras mitológicas y reales emparejadas. No olvidéis mirar hacia arriba tanto en el vestíbulo como al subir la escalera noble, porque los artesonados de estilo mudejar construidos por Gibaja os dejarán con la boca abierta. Tampoco podemos dejar de mencionar el expresivo retablo de la capilla que nos ha llegado de la mano del artista francés, dedicado al Espíritu Santo y a San Miguel y que anticipa de algún modo el manierismo.

No muy lejos, en la Parroquia de San Miguel, se halla la Capilla de la Piedad, considerada como el conjunto funerario artísticamente más rico del País Vasco. Mandada reformar por el propio Mercado de Zuazola con el fin de convertirla en su mausoleo particular, en ella destacan el exquisito sepulcro del obispo labrado en mármol por Diego de Siloé y el equilibrio entre los relieves expresivistas y la claridad estructural —trazada por Gaspar de Tordesillas— de su retablo casillero. A cambio de darle sepultura, el religioso sufragó las obras del pulpito renacentista y el extraordinario claustro de estilo gótico flamígero construido sobre el paso del río Ubao.

Dando un salto hacia adelante en el tiempo, nos encontramos con el Ayuntamiento de estilo barroco-rococó, uno de los más bellos de la comarca, proyectado por el reputado arquitecto guipuzcoano del siglo XVIII Martín de Carrera. Además del colosal escudo situado en el frontón que rompe la línea de la cubierta, la copiosa ornamentación —rocaille, coquille, florones, etc.— de la fachada constituye la principal seña de identidad del edificio. El amplio espacio que se extiende a su alrededor, denominado Plaza de los Fueros, es fruto del plan urbanístico neoclásico llevado a cabo por Mariano José de Lascuraín y Antonio Cortázar tras la tardía incorporación de Oñati a la provincia de Gipuzkoa a mediados del siglo XIX.

En definitiva, Oñati constituye una de las joyas turísticas de nuestra comarca. Acércate a conocer el patrimonio histórico-artístico que la apodada como la Toledo vasca nos ofrece. Seguro que no te arrepentirás.

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