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Leintz Gatzaga monumental

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Visitar Leintz Gatzaga, cuyo hermoso casco urbano nos remite su pasado esplendoroso, supone retroceder varios siglos en el tiempo. Se trata de uno de los singulares pueblos guipuzcoanos que conservan, justamente, el aspecto recogido y cercado de su planta medieval. El núcleo ovalado lo componen tres calles dispuestas paralelamente y atravesadas por un eje principal, la actual calle de San Ignacio, por el que transcurría el camino real. Únicamente cinco de las siete puertas que originalmente servían de acceso al burgo se mantienen en pie hoy por hoy.

En el marco de las guerras banderizas, el señor de Oñate se avecindó en el lugar luego de obtener varios derechos por parte del rey Enrique II de Castilla sobre la explotación salina, extendiendo así su dominio —no sin resistencias— sobre esta villa durante buena parte de los siglos XIV y XV. Nada queda de la fortaleza ubicada extramuros desde donde ejercitaron su poder los diversos Guevara, ya que tras la liberación de la villa, el militar perteneciente a uno de los linajes más antiguos de Salinas Juan Ochoa de Elexalde adquirió la misma parcela donde edificó su casa solar. También conocido con el nombre de Torrekua en clara referencia a su emplazamiento, este edificio del siglo XVI presenta una portada renacentista de lo más sencilla a la par que armoniosa. A la entrada en forma de arco de medio punto con dovelas decoradas por rosetones se le superpone una venera estriada, mientras que la ventana del piso principal se remata con el escudo familiar enmarcado por medio de un frontón clásico. En frente, se alza con tres plantas bien diferenciadas con platabandas la casa Ostatua de 1766, según la inscripción que encontramos en el dintel su puerta.

Adentrándonos en el área intramuros, nos encontramos en su punto neurálgico, intersección de las calles de San Ignacio con Santiago y Pilar, la monumental fuente pública barroca popularmente conocida con el sobrenombre de As de Copas. Realizada en 1725 por el maestre Martin de Ímaz, se compone por doce caños divididos en dos pisos, por los cuales mana sin cesar la fresca agua hacia un gran pilón inferior. Desde la misma podemos vislumbrar los tres singulares edificios que nos faltan por destacar. Se trata de los majestuosos palacios del siglo XVIII Garro y Soran (o Indianokoa), y la Casa consistorial neoclásica, que algunos han atribuido al gran arquitecto vitoriano Justo Antonio de Olaguibel. En la fachada de este último sobresale el escudo de Carlos V timbrado con la corona imperial, con el águila bicéfala acolada, rodeado por el collar del Toisón de Oro y enmarcado por las columnas de Hércules, bajo las cuales, se sitúa por duplicado el blasón local. Se trata de un escudo parlante compuesto por dos figuras simbólicas alusivas a la historia e industria tradicional de la villa; a saber, un castillo almenado y un par de dorlas candentes o calderas de hierro por las que se obtenía la sal mediante evaporación ígnea.

Alejado del núcleo urbano y enclavado en lo alto de un pequeño promontorio se encuentra el Santuario de Dorleta. Aunque su origen se pierda entre las brumas de la historia, está decididamente relacionado con la primitiva fortaleza recién aludida, encargada de custodiar la vida y economía existentes en torno al manantial salino, que ocupaba aquel lugar. Presenta en la actualidad una apariencia eminentemente barroca, gracias a las intervenciones llevadas a cabo en el siglo XVII y principios del XVIII, y en la que despuntan su rica portada vignolesca o la espadaña del talentoso cantero vizcaíno Juan Bautista Arbaizar. Cuando en octubre de 1958  se celebró la coronación canoníca de la Virgen titular en Arlaban, puerto muy frecuentado por velocipedistas, un grupo comité de aficionados a este deporte emprendió los trámites para nombrarla su protectora. Fue así como los bilbaínos Luis y Ángel Serrano y el vitoriano José Luis Saenz de Olazagoitia emprendieron a pedales el camino a Roma, donde fueron recibidos en audiencia por el papa Juan XXIII y vieron atendida su petición. Hoy día, Nuestra Señora de Dorleta sigue siendo la Patrona Universal de los ciclistas.

En resumen, Leintz Gatzaga es una de las joyas turísticas de nuestra comarca. Acércate a conocer el patrimonio histórico-artístico que esta nos ofrece. Seguro que no te arrepentirás.

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