Resulta difícil no transportarse atrás en el tiempo al adentrarnos en el casco antiguo de Arrasate, el cual da fe del origen medieval de la villa con su fuerte poder evocador. Tres calles longitudinales —Ferrerías, Erdiko kalea o calle del Medio por la que transcurría el camino real, e Iturriotz— y estrechos cantones que las atraviesan y conectan entre sí conforman su trazado. Solo tres de las seis puertas de acceso al originario recinto amurallado han llegado hasta nuestros días. En el corazón del mismo se sitúa la gótica parroquia de San Juan Bautista, de aspecto fortificado, en la que sobresale un majestuoso campanario-porche así como las gárgolas de figuración zoomórfica que desaguan las aguas pluviales del tejado.
A pesar de que Mondragón logró mantener su independencia del poder de los condes de la zona, no se libró de las consecuencias de las guerras entre bandos, quedando reducido a cenizas tras el gran incendio de 1488. El crecimiento socioeconómico asociado a la industria del hierro y el acero, no obstante, dejó en gran parte su reflejo en el pueblo, tal y como podemos apreciar en su desarrollo urbano y constructivo durante los siglos XVI y XVII.
Pongamos el caso del palacio de Bañez-Artazubiaga, en el cual encontramos un estupendo ejemplo de fachada renacentista y cuyo dintel nos revela el secreto de la prosperidad y la honra mediante una inscripción latina. En cuanto a las construcciones del periodo barroco, de predominio claramente herreriano, podemos admirar en los arrabales la iglesia y conventos de San Francisco —que en parte alberga actualmente la casa de cultura conocida como Kulturate— o los palacios de Oquendo y Monterrón. Detrás de este último, se extiende el parque del mismo nombre, que constituye uno de los rincones más preciados del pueblo y el cual habita una secuoya gigante protegida como árbol singular.
De vuelta a la plaza, se alza una de las obras más importantes del arquitecto Martín de Carrera; la Casa Consistorial. Modelo de la arquitectura pública barroca del siglo XVIII, integra con elegancia el fino rococó de corte francés, tanto en los escasos adornos dispuestos en torno a los vanos como en el gran escudo centrado en el tímpano del frontón.
En resumen, Arrasate es una de las joyas turísticas de nuestra comarca. Acércate a conocer el patrimonio histórico-artístico que esta nos ofrece. Seguro que no te arrepentirás.
