Aretxabaleta convivió mancomunada a otros dieciséis lugares y anteiglesias durante un largo periodo, hasta que en 1630 logró su independencia, tras la división del Real Valle de Léniz de manos de Felipe IV. A raíz de ello se construyó en la calle principal, hoy denominada Durana, la antigua Casa consistorial. Se trata de un noble edificio de piedra de sillería que destaca por el monumental escudo con el águila bicéfala que adorna su fachada. Desde 1986, no obstante, la sede del ayuntamiento se emplaza en el histórico palacio Arratabe de comienzos del siglo XVIII y del que volvemos a destacar su soberbio escudo de armas, esta vez de tipo esquinero.
No muy lejos, se alza el palacio Otalora, perteneciente a la otra familia influyente del lugar. Esta casa señorial fue construida en 1764, tal y como lo atestigua la inscripción de su fachada. Entre medio de ambos, en las inmediaciones del cauce del río Deva a su paso por la localidad, encontramos la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Data de entre los siglos XVI y XVII, a pesar de que su campanario —erigido en el hastial, obedeciendo al trazado de Martín de Carrera y Francisco de Echanove— y pórtico correspondan a una fase constructiva posterior. Esta, vino a sustituir al primitivo templo románico ubicado en el barrio de Bedarreta bajo la advocación de San Miguel y cuyo único vestigio constituye la vistosa portada del actual cementerio municipal.
En resumen, Aretxabaleta es una de las joyas turísticas de nuestra comarca. Acércate a conocer el patrimonio histórico-artístico que esta nos ofrece. Seguro que no te arrepentirás.
